La Casa Farnsworth, construida entre 1945 y 1951, fue diseñada por el arquitecto Mies van der Rohe, como la segunda vivienda para la doctora Edith Farnsworth. La casa está situada en medio de prados y árboles de gran tamaño, bordeando el río Fox, en Plano, Illinois, y es uno de los íconos de la arquitectura del movimiento moderno; caracterizada por ser una simple estructura metálica que sólo se cierra con vidrio.
El pabellón vidriado parece flotar y presenta una fuerte relación con su entorno, el cual preserva casi completamente, mostrando la esencia de la simplicidad en su volumen de forma pura.
Al ser una simple estructura envuelta en vidrio, el proyecto responde a la concepción de un mirador, brindando un homenaje a la belleza del espacio que circunda la casa. La transparencia permite que desde el interior se tenga plena conciencia del paisaje, pero también actúa a la inversa, incorporando el espacio interior de la vivienda al territorio de forma radical. El arquitecto elige conscientemente las condiciones del lugar que asume y el modo de afrontarlas.
Para desligar la casa de cualquier otra intervención humana, Mies decidió omitir un camino de acceso y otros elementos de urbanización. La casa permanece entre los árboles como si flotara, sin perturbar el crecimiento de la hierba, ni la periodicidad y la amplitud del río en su desbordamiento, y poder observar desde su interior esta naturaleza intacta. Durante la primavera, el río se desborda y asciende hasta 60cm por debajo del forjado inferior, completando la previsión del arquitecto, lo que consuma la imagen proyectada. Sin embargo, actuales investigaciones demuestran que el interior de la casa ha recibido agua del desbordamiento en varias ocasiones (1954, 1996, 1997 y 2008).
La vivienda se organiza a partir de dos plataformas rectangulares, a través de las cuales se prolonga hacia el entorno. La primera de ellas separada del suelo por cuatro pilares, a la cual se accede a través de cuatro escalones, actúa como terraza y carece de muros y cubierta. Desde ella, otros cinco escalones idénticos a los anteriores facilitan el acceso a la segunda plataforma, situada a 1,5 metros del suelo y que sostiene a la vivienda mediante ocho pilares de acero.
El acristalamiento completo de las paredes de la casa permite percibir a través de ella el paisaje en el que se inserta, de forma que el edificio pasa a formar parte del propio medio natural, haciéndose casi invisible.
La vivienda consta de un primer espacio, cubierto pero abierto al exterior por tres de sus lados, que se emplea como porche. Pasado éste, se accede al interior de la vivienda con una altura de 2,85 m, donde no existen muros ni divisiones interiores. Solamente un núcleo central de madera, que no llega al techo, excepto en su parte central, contrasta con la fachada de acero y vidrio contiene las instalaciones sanitarias y crea la separación entre la cocina, dos dormitorios y la sala de estar, la cual se orienta hacia el sol y el río.
A pesar de que han habido algunos problemas en la mantención de la casa, debido al desbordamiento del río y de habitabilidad por la poca ventilación en su interior, no hay duda de que esta casa es la máxima expresión del minimalismo. Se utilizaron sólo los elementos mínimamente necesarios para asegurar la estabilidad de la vivienda, como los pilares situados tangencialmente al canto exterior de los forjados, los cuales no interrumpen los planos horizontales, suelo y cubierta que se conforman de idéntica manera.
Fuente: Archdaily.